Ex Hacienda Santa Lugarda

Nos gusta salir temprano, porque de la ciudad de Puebla hasta la ex Hacienda, cualquiera se haría en promedio 1 hora y media en la carretera. Llegamos en la camioneta, bajamos las motos. Alistamos el equipo, preparamos el terreno. El crew estaba listo.

Se llega a buena hora para disfrutar del clima y antes de que el sol nos dé por completo. Había poca gente pero era suficiente para hacer lo que queríamos: rodar como nos diera la gana. Cruzar la tierra, jugar en cemento, tomarnos la selfie en espacios que mostraban el carácter de nuestras motos.

En cada foto se ve la pasión con la que rodamos ese día, pero claro, hay que ir bien protegidos. Porque una característica que tienen estas motos, es que la gente las toma a la ligera, precisamente porque las ve así, ligeras. Sin embargo, el torque y la potencia que tienen en el despegue, se comparan a los bríos de cualquier moto.

Las motos son una delicia. Puedes subir, bajar, montar, rodar entre terrenos escarpados o disfrutar de la línea recta. Para que valga la pena hay que amarrarse en una curva y que no falte el resbalón. Las motos soportan sin problema, no resienten como el cuerpo, las inclemencias del piso.

La ex hacienda tiene su historia. Fundada en 1658 por un grupo de Jesuitas que tenían la intención de llevar la palabra a los habitantes de la zona, aprovechando al mismo tiempo, la crianza de cerdos, la venta de jabones y la manteca. Nos quedamos hasta la noche, para lograr unas fotos con buena iluminación, el día en el terreno se pasa mejor si vas con amigos. El regreso fue cansado, pero siempre, siempre vale la pena rodar.